sábado, 5 de diciembre de 2015

Política, política.

Resulta extremadamente difícil escribir y abordar sobre alguna temática, incluso si esta es de tu dominio, te apasiona y disfrutas presionando tecla por tecla para dar origen al texto que tanta determinación empleaste. Pero resulta aún más difícil escribir sobre lo que posiblemente sean los temas más delicados dentro del infinito conglomerado que abarca en lenguaje: sexo, religión y política. Lo paradójico del asunto es que es imposible alejarse por completo de estas tres doctrinas. En primer lugar porque el sexo analizado fríamente termina siendo simple instinto primitivo, instinto animal, y los seres humanos como animales que somos no podemos huir del primitivismo en su más pura esencia. Con la religión sucede algo más o menos parecido, porque el ser humano necesita algo en qué creer, por la necesidad de aferrarse más allá de todo el misticismo y espiritualidad que estas plantean. Y por último, la política, hay que entenderla como algo universal. No se puede renunciar del todo a la política porque gobiernas o eres gobernado, no hay punto muerto, se está atrapado en la sociedad y jamás se podrá salir de allí. Y es que por muy distópico que la afirmación parezca, la realidad es que la política influye como algo cotidiano, práctico y que nos afecta a todos como ciudadanos de una democracia. Sin solemnidad. 


Tras la pausa, tengo la necesidad de explicarme a continuación.

¿Por qué empezar a hablar de repente de política en un blog que, como expliqué detalladamente en su presentación, sólo iba a haber contenido referente a series de TV? En primer lugar porque mi país, Venezuela, precisamente el día de mañana 6 de diciembre, se realizarán las elecciones parlamentarias para renovar los 167 escaños de la Asamblea Nacional, elecciones que desembocaron en un panorama político y social ni más ni menos que interesante (el cual desglosaré más adelante con todos sus maquiavelismos y perversidades). Y porque en segundo lugar, como ya dije anteriormente, la política debe ser vista como algo universal y simplemente me animé a ser otra voz más entre la lluvia de ideales y opiniones. Claro, con la peculiaridad de que, as usual, tomaré como referencia algunas series para dar cierto soporte a los puntos que trataré ya que funcionan como espejo de nuestra realidad y también para mantener señas de identidad del blog sin que resulte forzado, pero solo integrándolas como paisaje mas no como retrato. Ah, y debido a la extensidad del tema, fragmentaré cada cada una de las ramas para llevar una secuencia, siempre yendo de lo micro a lo macro. Política local, nacional, internacional. Todo en uno. 

Para empezar, un día alguien me explicó con una analogía tan simple como deprimente el cómo funciona la política, decía más o menos así:

''Estas en frente de una mesa, te traen dos platos y debes elegir uno de los dos. En un plato hay mierda aderezada con papas fritas y en el otro hay tripas podridas aderezadas con sirope de chocolate. Tienes que elegir uno porque sino mueres de hambre ¿qué eliges? Así es la política, una farsa, un engaño, un montón de hombres con máscaras que te ofrecen falsas promesas que a la larga no se cumplirán y en donde inevitablemente todo siempre va a salir mal y nadie podrá remediarlo''.

Evidentemente tuve mis reservas con semejante afirmación de tales connotaciones tan radicales, principalmente porque no excluyo la posibilidad de que si existan políticos que sí se preocupen por las personas y su bienestar. Cicerón y Aristóteles eran unos. Nick Wasicsko era otro. E incluso Tyler Durden también. Pero aún así, me quedo corto si hago una lista entera de los pocos políticos honestos que hay (o que han habido) en comparación al enorme pozo lleno de burócratas corruptos y mentirosos que aún gobiernan. Quizás de allí radique el enorme odio que la política genera en las personas, y quizás por eso están tan cansadas de tanta politiquería y discursos vacíos en medio de las elecciones que legitiman una democracia. (Véase Ensayo sobre la Lucidez de José Saramago). 

Odio y cansancio que están más presentes que nunca en Venezuela. La cuestión es que pienso que mi país está sumido en una gran masa de odio y en un resentimiento perpetuo gracias en gran parte a la política. También se dice que. al parecer, es el único tema de conversación que hay, pero solo se utiliza como fondo para dar a relucir toda esa rabia que carcome a la mayoría. Pero aquí en realidad no se habla de política, aquí lo que se entiende por ''política'' es un ajetreo bochornoso lleno de epitetos e insultos de toda índole entre un bando y otro. Oficialismo y oposición. Populismo y demagogia. Rituales de marchas y discursos a todo pulmón, el hashtag de turno y la santificación del voto como que si fuese la única expresión de todo lo que abarca la democracia. Eso es muy, muy poco si se quieren conseguir cambios sustanciales, ya que se carece de profundidad y compromiso. Y dichas elecciones antes mencionadas reúnen todos estos elementos. ¿Dónde están los debates enriquecedores y generadores de ideas? ¿dónde están los modelos sociales y económicos aplicables para el sustento y posterior mejora del país? ¿tanta es así la carencia de ideales, que se tiene que recurrir al populismo desencadenado y sin control? ¿por qué la casi nula existencia de partidos de derecha? Uff, too much. 


En ese mismo sentido, se puede afirmar que la política es mucho más de lo que se puede observar a simple vista. Desde el liberalismo clásico, pasando por el capitalismo, el socialismo y llegando hasta el comunismo más afianzado. Ciencia, gobierno, estado, constitución, ciudadanía y conducta humana. Líderes, poder, control, activismo y democracia. Ideologías por aquí e ideologías opuestas por allá. Ministerios y asambleas. Campañas electorales y el miedo de los partidos del subestimado voto en blanco. Adecos y copeyanos. Demócratas y republicanos. Tea Party. Política exterior y económica. Escándalos de todo tipo. CNN. Obama, Hillary, Fidel, Chavez, Putín, Mandela, Mahoma. ¡Hay tanto de qué hablar que apenas y he nombrado alrededor del 10% de todo lo que comprende la política en su totalidad!

Por ello, es cita obligada hacer mención a la excelente The Good Wife, la serie más política del momento (sí, sí, incluso más que la exageración conspiranoica de House of Cards). Porque retrata, sin miedos y sin tapujos, el panorama político estadounidense pero dándole siempre un matiz global. Desde la tremenda patada en la cara que le propina a los demócratas, que los presenta como un partido corrupto, demagogo y sólo con la finalidad de permanecer en el poder hasta la inclusión de todos los temas de debate que hierven a la sociedad tienen su momento en pantalla: el derecho a portar armas, la tragedia del aborto, la supuesta epidemia de violaciones en los campus y escuelas, la propiedad intelectual, las impresoras 3D, los derechos de los gays, el racismo y la libertad religiosa. Sin superioridades morales progres ni destierros políticos, siempre poniendo al ciudadano común por encima de los juegos de poderes de burócratas corruptos. Con honestidad. Con tolerancia. Con inteligencia.

También están, por ejemplo, sátiras políticas que retratan desde un punto vista risueño y burlón la función de ésta. Una es Veep, que desangra a la Casa Blanca dando a entender que hasta en el despacho más poderoso del mundo puede existir gente tonta e incompetente por mucho que los medios quieran exponer lo contrario. O Parks and Recreation, que combina la carcajada más noble y aparente ingenuidad con aristas sociales y políticas hacia una visión más real de lo que es la sociedad honesta y sus instituciones. 

Y por supuesto, series que dan un K.O técnico a toda la paleta de corrupción que ya mencioné al principio. House of Cards y Boss exhiben protagonistas mentirosos, hipócritas, egoístas y hasta criminales. De esos que no pasarían del veredicto de culpable a la hora de ser juzgados en una corte (y también son de esos políticos que, en paralelo, sobran en Venezuela y presumo que en casi toda América Latina). Ya el mismo Frank Underwood lo manifestaba hacia el televidente, rompiendo la cuarta pared: ''¿Creen que soy un hipócrita? Bueno, deberían. No estaría en desacuerdo. El camino al poder está pavimentado de hipocresía. Y victimas. Sin arrepentimientos'' (2.09). 

Ah, y Homeland. Probablemente la más ambiciosa de todas al reinventarse cada temporada con problemáticas que mueven al mundo contemporáneo. Retrata el fracaso de la política exterior estadounidense de la CIA y pasa por Washington, Afganistán, Beirut, Caracas, Irak, Irán, Pakistán y en la actualidad está asentada en conflicto sirio con Alemania como escenario principal, pasando por el SVR y haciendo un ejercicio de creatividad formidable al dar notoriedad al poder de la información con la fuga y filtración de documentos de la agencia que recuerdan bastante a lo sucedido en el 2013 con la NSA y el caso Snowden. 


Entonces, ¿podríamos hablar de la política como algo esencial y necesario dentro de la sociedad para que funcione debidamente? Sí, por supuesto. A menos que tú como individuo repudies todo el sistema por el cual se rige un mundo cada vez más globalizado y quieras vivir dentro de una anarquía y regirte por ideales anti-sistema, o simplemente no tener ideales (véase Mr. Robot, Fight Club y La Naranja Mecánica). De hecho, lo puedes hacer. Eres libre de tomar el estilo de vida que quieras pero siempre siendo responsable de las consecuencias de tus actos (véase libertad y libertinaje) ya que, de alguna u otra manera, siempre se estará inmerso dentro de ese ajedrez social y político. Y al menos yo, por mi parte, no hago más que disfrutar ese inmenso tablero con todas sus jugadas, estrategias y artimañas por muy dañados y podridos que los jugadores estén.

domingo, 29 de noviembre de 2015

'Breaking Bad' sigue brillando.

Cada capítulo de Breaking Bad es una fiesta narrativa. Ninguna serie se ha empeñado tanto en renovar de manera tan seguida y con tanta eficacia el pacto de lectura con el espectador. O lo que vendría siendo lo mismo: ninguna serie ha sabido llevar al límite su trama una y otra vez incitando al televidente a entrar de lleno en una ansiedad incontrolable por saber qué pasará en el próximo episodio participando colectivamente en la mente de los personajes como la ha hecho la obra creada por Vince Gilligan y cía. Y más importante aún, ninguna otra lo ha hecho sabiendo caer de pie. Siempre manteniéndose fiel a las coordenadas -narrativas, formales, estructurales, morales y metafóricas- del relato presentadas en el memorable episodio piloto. Nada de estirar la trama innecesariamente. Nada de dispararse en el pie y caminar lisiada durante varios episodios. Nada de botar hacia el vertedero años de filmación con un final decepcionante o insatisfactorio. No. Breaking Bad va más allá de eso. Precisamente resulta ser una obra tan, pero tan apasionante porque es sobresaliente en todas sus facetas. Y es por ello que a poco más de dos años de su final su legado cultural sigue estando más vigente (y entrañable) que nunca.


Empecemos por el final: una historia con una calidad tan extraordinaria no lo es sin haber culminado con un cierre a la altura del peso que la trama cargaba detrás. Pero, ¿de verdad fue un buen final? ¿qué hace a un final, valga la redundancia, un buen final? Evidentemente, dar una respuesta concreta y certera a tal pregunta resultaría, por muy argumentada que esté, navegar en el terreno miope de la subjetividad. No es lo mismo hablar de dramas que hablar de comedias. No es lo mismo hablar de héroes que hablar de -verdaderas- tragedias. No es lo mismo hablar de Walter White que hablar de Don Draper. Por ello considero que no existe, ni existirá, ningún tipo de manual sobre cómo elaborar buenos finales. Todo lo contrario. Cada final se va elaborando de acuerdo a las coordenadas que el relato vaya construyendo en función al tono, estructura y voz que el realizador imprima sobre su obra, siempre manteniendo la cohesión narrativa teniendo como eje principal a los personajes y a sus travesías a lo largo de los episodios y temporadas de la serie. Es por ello que tras tanto divagar surge impacientemente la siguiente interrogante: ¿Breaking Bad tuvo un final arrechísimo, excelente, bueno, malo, normal o qué? Creo que quedó bastante claro en la introducción de la entrada que -para mi- la serie no tuvo, para nada, un cierre cojo o decepcionante. De hecho, es uno de los mejores finales que he visto precisamente porque los últimos dos episodios (5.15 ''Granite State'' y 5.16 ''Felina'') clausuran, sin prisas y sin amagos fuera de área, toda la carga emocional de los últimos episodios que venían sobrecargados con los mayores ''debe'' del relato (el descubrimiento y posterior cara a cara de Walter-Hank o el ''I watched Jane died'') se condensan en dos brillantes episodios que funcionan más como epílogo que como un acelerón final de los sucesos. Dando tiempo para explorar el estado psicológico de cada personaje y que así se movieran con precisión suiza en los últimos acordes de la melodía poniendo punto final a una historia frenética con un broche que daba un aire al ''happy end'' al finalizar con una última victoria triunfal de Heisenberg al eliminar a los bad boys, liberar a un onírico Jesse y muriendo en el laboratorio. Sin olvidar que desde el punto de vista de Walter su cierre resulta más amargo al no poder ver crecer a su hija, en donde su esposa le odia, su hijo le detesta y fue culpable de la muerte de su cuñado... ¡Muy, muy happy no es todo, desde luego! Pero no por ello hace desmerecer a un soberbio final.

¿Por qué empecé hablando sobre el final? Simple. He vuelto a ver hace poco, por una mezcla de nostalgia y puro placer dramático, varios de los últimos capítulos de la segunda parte de la quinta temporada. ¡Son absolutamente impresionantes! Tienen sus fallos, sí, individualmente uno que otro episodio episodio puede ostentar de un fallo de guión por aquí o cierta subtrama que no funcionó muy bien por allá. Pero la sensación global es insuperable. Me lanzo: esos últimos ocho capítulos son la mejor temporada que he contemplado viendo televisión.

¿La mejor temporada? Y en donde quedan, entonces, ¿la primera temporada de Homeland? ¿la primera temporada de Fargo? ¿la segunda temporada de Justified? ¿la segunda temporada de American Horror Story? ¿la segunda temporada de The Leftovers? ¿la tercera temporada de House of Cards? ¿la tercera temporada de Game of Thrones? ¿la tercera temporada de Boardwalk Empire? ¿la cuarta temporada de Shameless US? ¿la cuarta temporada de Mad Men? ¿la cuarta temporada de The Wire? ¿la cuarta temporada de Lost? ¿la quinta temporada de The Good Wife? E incluso joyas británicas como Sherlock, Black Mirror, Dates o las recién estrenadas London Spy o Doctor Foster... entre otras temporadas sobresalientes de series extraordinarias que seguro me he olvidado o que quizás no haya visto, pero ese no es el punto. El asunto aquí es el por qué considero que dicha entrega de Breaking Bad es la mejor que he visto. Y sí, podría pasar horas y horas escribiendo las virtudes y fortalezas de todas las que acabo de nombrar llenando páginas enteras de texto y quizás alguno objete que dicha serie o dicha entrega es superior, pero, mi entusiasmo y frenesí radica en el simple hecho de que nunca antes había conectado de manera tan viva, audaz y apasionada con los personajes de un relato televisivo a como lo hice con los últimos alientos de Mr. White. Es un ejercicio más vital que intelectual, porque por mucho que el guión exhibía brillantez en cada escena, el nivel de exteriorización y la forma de emocionar(me) manteniendo(me) en vilo semana a semana con una ansiedad casi incontrolable es una sensación que dudo que vaya a olvidar alguna vez en mi vida.



Ah, entonces, si Breaking Bad contiene en su extenso portafolio de episodios la mejor temporada que haya visto, ¿también es la mejor serie de la historia? Uff, difícil. Estoy muy lejos de ser un relativista pero no me atrevería a decir con semejante tono de pedantería dicha afirmación tan contundente. ¡Como si las hubiésemos visto todas! La pregunta es pertinente, of course, pero reclama profundidad de campo en la discusión y no titulares grandilocuentes que exhiban verdades a bocajarro. 

De hecho, si analizamos con frialdad, la serie de Gilligan no ha inventado nada. Simplemente ha perfeccionado muchos de los elementos que la televisión ha amasado estos últimos quince años. Breaking Bad no es radical, nunca lo ha sido, sólo llevó los límites de la trama al extremo desde un inicio aparentemente ''tranquilo''. La peripecia del anti-héroe ya estaba trillada y lo que hicieron fue darle un giro de tuerca: Walter White era un tipo normal al inicio del relato, en lugar de alguien que ya partía con una familiaridad con el crimen como Vic Mackey, Tony Soprano o Dexter Morgan. ¿Novela audiovisual? Puff, también han habido centenares antes de que siquiera se estrenara; la grandeza de la obra ha sido mimar tanto -sin apenas pasos en falso ni saltos forzados- el carácter organico de la trama, sembrando minas y recogiendo con eficacia para dar una tormenta perfecta en los últimos ocho episodios. ¿Estilización visual? Que se lo diga, desde esquinas enfrentadas, a productos como American Horror Story, Hannibal, Mad Men o Six Feet Under. La serie estaba fotografiada con el primor de haber creado un estilo propio y atractivo, el cual heredó con bastante ingenio su hermana menor Better Call Saul, pero nada más.

¿¿''Nada más?? Se dice pronto. Breaking Bad es grandiosa, sin tantos porqués por el medio, porque básicamente ofrece la forma más acabada del relato televisivo. La más sólida. Es también, sobre todo, una historia muy bien contada. Excelentemente narrada. Eso la hace grande y formidable. Por eso despierta tantas pasiones y resulta tan adictiva. La primera temporada es interesantísima, pero no deja de ser una simple introducción de calentamiento. La segunda, sólida y atrevida, atornilló la serie al darle textura con secundarios tan memorables como Saul Goodman, Mike Ehrmantraut, Jane Margolis o Gus Fring y hacer crecer a la gélida Skyler o darle más profundidad a Hank. La tercera conjugó forma, estructura y fondo de una manera tan genial que narrativamente se me hace una de las más completas y equilibradas al salir de su zona de confort y construir a lo que fue el mejor villano de la serie, un órdago continuo y sin fisuras. La cuarta fácilmente se puede catalogar como un frenesí cardiaco de principio a fin y la más explosiva (tanto literal como metafóricamente). Fue la entrega que incluyó la mayor sobredosis de acción de la serie y en paralelo hubo un ping-pong dramático entre el drama más puro, thriller psicológico, acción e incluso terror (Gus matando a Victor con el cutter o Walter delirando sin control ante Skyler por haberle entregado el dinero a Ted, entre otros). Y por último, la quinta, se toma la libertad de añadir géneros como el western, el noir y sustituir el terror de impacto con el terror psicológico mientas que Walt, Jesse y cía lidian con las consecuencias de la muerte de Gus en la primera parte, dejando para el acto final la lucha abierta entre Heisenberg y Hank. Desde luego, creativamente se notó que todo el equipo se preocupó bastante por pulir el diamante de historia que tenían entre manos lo mayor posible. Y lo lograron con un éxito rotundo al no haberla finalizado apresuradamente ni estirarla más allá de lo que reclamaba el auge y caída de Walter White.

Es por ello que en esta reflexión sobre la grandeza de Breaking Bad también es una cita obligada profundizar en lo que fue la (contra)parte de Walter a lo largo de la serie. Jesse Pinkman funcionó tan bien dentro del universo de la serie ya que el es la representación más viva de los dos grandes motores que mueven la televisión: emoción y entretenimiento. No es sorpresa afirmar que Jesse haya sido protagonista en la narrativa de los elementos angulares que puede sobreponerse por encima de la trama: desde sorpresas mandibulares, alivios cómicos. enfrentamientos bíblicos, frases memorables, gestos épicos hasta escenas de Emmy. No podría decir si fue el personaje que mayor evolución tuvo a lo largo del trayecto (tendría que pelear a codazos junto con Walt y Skyler por ese mérito), pero sí fue el que más sufrió y el que más golpes con la vida recibió desde el minuto 1. Por eso despierta tanta simpatía. Por eso es, quizás, el personaje más querido de la serie. Y por eso es, sin duda, el personaje que funcionó mejor como la brújula moral del relato. Incluso por encima de Mike con sus códigos y de Hank con su heroísmo inquebrantable. Ah, y es por ello que nadie puede negar que Breaking Bad es una serie inteligente que quería hacer sufrir al espectador y gozar también con inteligencia, honestidad y tolerancia.


Quizá no tenga mucho sentido desengrasar capítulos concretos de una serie que, como se viene insistiendo, necesita globalidad en su conjunto para apreciar su brillantez. Por ello, estuvo dudando entre meter a la lista unos cuantos. Pero al final pasaron la corte estos once, mis favoritos:

11. ''4 Days Out'' (2.09). Un ejercicio de atrevimiento narrativo y desesperación a cuatro bandas (un episodio embotellado, al fin y al cabo) que logra generar tensión y agonía con tipos en un RV. Lo reivindico tanto por su proeza serial. Ah, y por planos tan imborrables como el que abre esta entrada.

10. ''...And the Bag's in the River'' (1.03). El piloto es estupendo, pero uno se da cuenta de la profundidad narrativa de la serie y de ese juego de ambigüedad moral que tanto, tanto caracterizó a la historia es en este episodio. Es el primer dilema trágico de Walter al estudiar su situación con una lista de pros y contras. Krazy-8, las cortezas del pan y un plato roto.  

9. ''Grilled'' (2.02). Posiblemente sea de los episodios más tensos de la serie y uno de más fulminantes al poner punto final al psicópata de Tuco. Walter-Jesse. Jesse-Walter. Hector Salamanca y una campana. Un loco y una metralleta. Vida o muerte. Acojonante.

8. ''Crawl Space'' (4.11). Es común toparse con este capítulo entre las listas de los mejores episodios jamás hechos. Personalmente no asciende en el top porque los primeros dos actos me parecen, en esencia, muy normales. Pero el último tercio fue lo más parecido a un infarto continuo, en donde el jaque-mate hacia Walter era más que palpable con ese Gus amenazando a toda su familia en el desierto y el posterior entierro de aquel profesor de química para el resurgimiento de Heisenberg con aquella risa enfermiza.

7. ''Fly'' (3.10). Parece que no hay término medio: o adoras ''Fly'' o lo odias. Esto sí es lo más radical que ha hecho la serie -formal y narrativamente hablando- para pedalear con sosiego, atendiendo a cada matiz y desenmascarar la profundidad de los protagonistas en 40 minutos con un montón de implícitos metafóricos. Todo con una mosca como eje gravitatorio.

6. ''Fifty-One'' (5.04). Sin preámbulos: este fue un episodio brutal. ¿Brutal? ¿pero si ni siquiera tiene momentos de acción? No, y tampoco los necesita. Porque la fuerza de este capítulo radica en la violencia callada, el juego de miradas y el terror psicológico. No por ello es secreto que otra de sus virtudes es abrochar uno de los mejores tramos de la serie, es decir, la resignada colaboración de Skyler. Ejemplificada en su intento de suicidio en la piscina y la posterior discusión con Walt en la habitación. ''For the cancer to come back'

5. ''One Minute'' (3.07). La cruda infancia de Los Primos, los speechs más espectaculares de Jesse de toda la serie, la caída íntegra de Hank y los últimos cinco minutos más cardíacos que he contemplado alguna vez detrás de una pantalla con aquella secuencia inolvidable en el estacionamiento. Argumentos sobran para dar alabanzas a este espectacular episodio.

4. ''Confessions'' (5.11). La segunda parte de la quinta temporada, como ya apunté, empezó sin contemplaciones. Una montaña rusa que te desestabilizaba con cada minuto que pasaba. La patada en la boca que le dan Walter y Skyler a Hank y Marie con la cinta de vídeo con esa pérfida confesión es sinónimo de orfebrería de guión. O sea, reconstruir la historia desde el principio sin que resulte forzado, funcionando en paralelo con lo que quizás sea la mayor rabieta de Jesse de toda la serie al descubrir el Brock issue. Brillante.

3. ''Face Off'' (4.13). Otro cierre que sabe explotar con maestría la tensión acumulada. Con una voltereta de ingenio memorable Walter logra vencer una partida mortífera y desigual contra su némesis. Una mueca ganadora de aúpa. Una muestra de maldad pura. ''I won'' proclamaba el anti-héroe tras levantarnos de nuestros sillones boquiabiertos al presenciar a un desfigurado Gus. De los mejores villanos que se han creado.

2. ''Full Measure'' (3.13). Estuve dudando hasta último minuto si colocar este episodio por encima del anterior mencionado o no. Me decidí por una sencilla razón: nunca antes la vida de ambos, Walter y Jesse, había corrido tanto peligro y nunca antes habían estado tan acorralados y sin la posibilidad de movimientos por el tablero. Por ello la maestría de que lo de por sí es un episodio completísimo gana enteros cuando Heisenberg se saca de la manga un plan mortífero en los últimos minutos de la temporada. Pobre Gale. Pobre Jesse.

1. ''Ozymandias'' (5.14). El capítulo más intenso y desgarrador que he visto en mi vida, tejido a base de una secuencia inolvidable tras otra: la nostalgia de la primera mentira, la triste muerte de Hank, el sádico y ya mencionado ''I watched Jane died'', la pelea familiar en la cocina y esa última llamada con Holly como epicentro. El climax de toda la serie. Cinco temporadas desembocan en este extraordinario salón extremadamente volátil. Un capítulo cruel, trágico e inolvidable. Un capítulo perfecto.


Por eso es que Breaking Bad sigue brillando. Porque a más de dos años de su clausura la inteligencia colectiva ha rastrillado cada plano, cada referencia, cada gesto, cada continuidad y cada frase debido a su complejidad y ambigüedad moral aparentemente inagotable. Porque su pacto de lectura a día de hoy aún destila frescura y vitalidad a pesar de estar desde ya bastante tiempo en el olimpo de las series y ser una veterana en la televisión contemporánea. Porque ha demostrado que los episodios se pueden leer y tienen una continuación más allá de los títulos de crédito. Y porque, a pesar de que Breaking Bad es una historia que habla sobre la maldad que todos tenemos dentro, y que por muy en fondo del pozo séptico en el que se esté, la historia mostró que el Bien puede arañar así sea un poco y que nunca es tarde para la redención. 

Hasta siempre, Mr. White. 

Hasta que viajes a ese lugar no podrás volver
donde la última pintura ya no está y todo lo que queda es negro.
En noches grises viene a mí y
algún día castigarán mis hazañas y averiguarán
todos los crímenes.
Mirando hacia esas estrellas en el cielo, aquellas nubes blancas se han vuelto negras.

jueves, 20 de agosto de 2015

Apuntes para el ocaso de 'True Detective'

-Hay que encarnar la evidencia: True Detective ha fallado estrepitosamente durante esta segunda temporada. Es ley de vida. Los relatos no pueden ser eternos, tarde o temprano las series empiezan a dar señales de agotamiento pero, ay, me temo que la propuesta planteada por Nic Pizzolatto ha descarrilado prendiendo las luces rojas antes de tiempo, porque por mucho que cada temporada funcione de manera autónoma estos ochos capítulos -tan desequilibrados estructuralmente, tan erráticos en su coherencia dramática- es fruto de haber amagado sin pegar. Un enorme bache el cual será extremadamente difícil de corregir en una hipotética tercera temporada.

-Y es que es fácil darse que la decepción de esta segunda temporada ha sido generalizada: antes de que se estrenara ya los críticos americanos habían visto los primeros tres, los cuales tenían en ''stand by'' (ni sí, ni no) esperando a que ese inicio que se disparó en el pie desde el principio remontara. El problema radica en que nunca remontó. Y desde entonces la serie ha caminado lisiada capítulo tras capítulo, perdiendo vitalidad desde la caída progresiva en los ratings hasta esa afección producida por las durísimas críticas del público rebosando ironía, confusión e indignación de una trama sin pies ni cabeza. 

-Es por ello que sobrevivir a las expectativas tras la estupenda primera temporada no era fácil. Pero por mucho que Pizzolatto se tomara muy en serio la idea de un reboot para la serie (nuevas localizaciones, nuevos actores y por ende nuevos personajes, nuevos conceptos, nuevo formato y hasta nuevos directores) la sombra de Cary Joji Fukunaga ha revoloteado por todo el relato haciéndose pedir a gritos que vuelva esa atmósfera tan inquietante y asfixiante que envolvió a unos (mucho mejor definidos y desarrollados como personajes) Rustin Cohle y Martin Hart.

-Lo que ocurre es que ni Ray Velcoro, ni Frank Semyon, ni Paul Woodrugh han sido capaces de insuflar esa misma tensión a cuatro bandas. Ni tampoco aportar algo diferente que le diera cierto tipo de mérito a cada uno de los personajes, ya que parte del problema también radica en los garrafales errores de casting: Colin Farrel y Taylor Kitsch nunca terminaron de funcionar dentro de todo ese retrato de corrupción, pero el fallo más grave fue el de Vince Vaugh el cual probablemente sea recordado como uno de los peores ¿villanos? de la serialidad contemporánea. Ya sea por su limitado nivel de registros gestuales, por su falta de expresividad o porque simplemente le falten un par de bolas para acojonar a una ciudad.

-Por descarte, el personaje más interesante de esta segunda entrega ha sido sin duda esa gélida Ani Bezzerides. La agente de policía a quien da vida Rachel McAdams es la construcción más valiente, dinámica y además moralmente más heroica. De lejos superior a sus compañeros de reparto.

-Y es que también Pizzolato ha empleado, en cierta manera, una repetición en varios patrones que ya se vieron en el primer año: fichó a McConaughey para un papel estrictamente complejo lleno de matices dramáticas teniendo en cuenta sus antecedentes de papeles cómicos. Este año pasa lo mismo con Vaugh, con la diferencia de que uno está a años luz de alcanzar al otro. También se observa lo mismo en la estructura de los episodios, pues, en la pasada temporada el momento cumbre fue ese extraordinario plano secuencia al final del cuarto episodio y aquí se intentó amagar con lo mismo... sin éxito. Me temo que ya era demasiado tarde para levantar una -fallida- temporada a pesar de la espectacularidad de ese tiroteo que, ni siquiera, llega a ser la escena más brillante de la temporada.

-Hablando de brillantez, la tensa discusión entre Ray y Frank al inicio del sexto episodio me parece la mejor secuencia de la temporada para mi gusto. De la misma forma que los títulos de crédito (de nuevo, para mi) resultan mucho más cautivantes, sugerentes y, de hecho, adictivos.

-Ah, otro de los fallos fue el del falso cliffhanger al final del segundo episodio. Es un truco muy viejo y anticuado aunque se puede sacar provecho si sabe utilizar. Aquí no ha habido casi repercusiones dramáticas y ese Hombre Pajaro apenas tuvo relevancia en el relato. Creo que si se hubiese optado por matar (de verdad) a Velcoro en ese primer tercio las posibilidades de superar los límites dramáticos de la serie hubiesen sido inmensas. Y a su vez se sumaría a la (cada vez más presente) tendencia de matar a los co-protagonistas. Véase The Good Wife. Véase Homeland. Véase The Walking Dead. Véase Boardwalk Empire.

-Probablemente se repita lo mismo del año pasado: Fargo, sin tanta repercusión mediática y sin tanta pedantería proveniente de casi cualquier producto made in HBO, resultará ser un producto mucho más original, sutil, emocionante y satisfactorio que esta prescindible segunda temporada.

miércoles, 15 de julio de 2015

Mis Emmys 2014 - 2015 (Capítulos y Series)

A sólo tan poco de que salgan las nominaciones oficiales, aquí concluyo mi propio repaso a lo que considero lo mejor y más destacado en esta temporada televisiva: capítulos y series. Y de nuevo, hago hincapié en que con esto no pretendo predecir ni los futuros nominados y mucho menos los ganadores a los Emmys de esta edición. Por lo tanto, las categorías restantes son realmente difíciles y disputadas, puesto que hay muchísimo de donde elegir. En todo caso, voy a ello, y posteriormente, mis justificaciones más abajo.


Mejor Capítulo Dramático:

1. ''Person to Person'' - (7.14 Mad Men)

2. ''Hardhome'' - (5.08 Game of Thrones)

3. ''There's Something Else Going On'' - (4.09 Homeland)

4. ''The Garveys at Their Best'' - (1.09 The Leftovers)

5. ''White Christmas'' - (3.01 Black Mirror)

6. ''Chapter 32'' - (3.06 House of Cards)

7. ''Five-O'' - (1.06 Better Call Saul)

8. ''The Promise'' - (6.13 Justified)

8. ''Eldorado'' - (5.08 Boardwalk Empire)

9. ''Stingers'' - (3.10 The Americans)

10. ''Eden'' - (4.06 The Killing)


Mejor serie dramática:

1. La única temporada de Olive Kitteridge

2. La tercera temporada de The Americans

3. La cuarta temporada de Homeland

4. La primera temporada de The Leftovers

5. La sexta temporada de Justified

6. La tercera temporada de House of Cards

7. La primera temporada de Better Call Saul

8. La séptima II temporada de Mad Men

9. La primera temporada de The Affair

10. La sexta temporada de The Good Wife


Me causa cierta melancolía el mejor capítulo dramático, en parte por mis evidentes trampas al intentar incluir un total de once episodios en lo que inicialmente era (o es) un top 10 y darme cuenta de que ni en un top 20 habría podido colocar el resto de capítulos que me hubiese gustado reivindicar. Y por el otro lado porque es un listado plagado de series finales, habiendo cuatro en totalidad. Lo que nos da una idea de las grandes series que se fueron durante esta temporada. Por lo que no tuve tantas dudas como en otras categorías: la series finale de Mad Men es el mejor capítulo del año, con ese cierre perfecto tanto emocional como narrativamente. Así, ''Hardhome'', esa maravilla dosificada de pura adrenalina y tensión de Game of Thrones queda en segundo lugar, y el cardíaco 4.09 de Homeland queda en el tercer lugar. Del resto, capítulos memorables de series impresionantes (The Leftovers), de series en ascenso (The Affair) y series que por fin encontraron su pulso (House of Cards). Así como piezas de coleccionista como el especial navideño de Black Mirror y el capítulo centrado en Mike en Better Call Saul, por supuesto. Y luego hay series que no tienen fuerza en un capítulo concreto, sino en la temporada como globalidad, por lo que me resultaría imposible destacar uno. Me pasa con The Good Wife, Rectify o Daredevil. 

Y el premio gordo, el mejor drama del año para mí. Sí, es la categoría más congestionada de todas y por ende la más difícil. Y en este año aún más porque ocurrió algo insólito: las series que tuvieron una temporada verdaderamente sobresaliente el año pasado (The Good Wife, Shameless US, Baordwalk Empire, Mad Men, etc.) se vieron sumidas en un notable bajón de calidad narrativamente hablando y, las series que trastabillaron (Homeland, Justified, House of Cards, The Killing) aprendieron de sus errores y alinearon mejor sus fortalezas durante esta temporada, por lo que la cosa estaba ídem. No obstante, este claramente ha sido el año de los estrenos, normal que cuatro series debutantes se cuelen en el top lo cual, paradójicamente con el listado de capítulos que está plagado de series finales, este lo está de estrenos. 

Por ello, tras leer y releer reseñas, artículos y contemplar listas alternativas he decidido que la mejor (mini)serie del año es Olive Kitteridge, soberbia de principio a fin, con sólo cuatro episodios hizo lo que series con más de 100 ya desearían rozar: contar una historia estimulante, emotiva, circular, auto consciente y cerrada con la suficiente calidad como para hacerse un hueco entre el olimpo de series. Muy cerca estuvo la sólida tercera entrega de The Americans y el reboot a gran escala de Homeland (es el mayor salto de calidad de una serie que recuerdo desde que tengo uso de razón, más aún después de tener un decepcionante tercer año) y luego está, por supuesto, el impresionante debut de The Leftovers, en donde su profundidad y ritmo al retratar de manera tan trágica una sociedad despedazada la sitúan un escalón por encima de la estupenda temporada final de Justified y de la rehabilitada House of Cards. Desde luego, Better Call Saul por mucho que hiciera las cosas bien en general, le hacen sombra un par de episodios flojos y un arranque lento. The Affair a pesar de ser muy enrevesada y delirante de seguro que si no se hubiese disparado en el pie en su último capítulo ascendería puestos y The Good Wife ya prendió la luz roja dando señales de agotamiento por mucho que sea mi serie favorita actual. Por último, Mad Men ostenta un poderoso final, por supuesto, pero la temporada ha sido la más débil en conjunto al contarnos lo mismo que ya habíamos estado viendo volviendo una y otra vez a la casilla de salida. Y claro, con tantas cotas de excelencia en términos generales, la descafeinada quinta temporada de Game Of Thrones no tenía ni la más mínima posibilidad de siquiera entrar a un top 20. ¿Algún bonus? Sí, desde luego. A destacar: Cucumber y el retrato gay, The Honourable Woman y el ping pong entre espías, Halt and Catch Fire y la locura certera, Shameless US y la madurez rocambolesca, The Killing y la penumbra onírica,  Daredevil y los dominios de la ceguera, Boardwalk Empire y la última bala. 

sábado, 11 de julio de 2015

Mis Emmys 2014 - 2015 (Actrices)

Tras los actores, hoy les toca el turno a ellas, en donde posiblemente durante esta temporada haya habido más nivel interpretativo en cuanto a excelencia se refiere. Y de nuevo, algunas aclaraciones previas:

De nuevo, no están incluidos los rankings de comedia ya que actualmente visualizo muy pocas y no me daría la base para hacer un listado en dicha categoría, lo cual es una pena, ya que dramedias con un cast femenino tan sólido como Orange is the New Black se quedarán sin su ''reconocimiento'' este año. Así mismo, muchas de las que conforman el podio son series del verano pasado, como la primera entrega de la innovadora Halt and Catch Fire o la impresionante The Leftovers.

Así como integrantes las cuales no tuve muy en cuenta en años anteriores, como no. Robin Wright que me pareció aburridísima en la primera temporada de House of Cards, ganó pulso en la segunda y en la tercera terminó de explotar su personaje. O la rehabilitada Claire Danes que (de nuevo) se lució en una excelente cuarta temporada de Homeland. Ah, y debutantes con un material dramático soberbio como Ruth Wilson en The Affair y Frances McDormand en Olive Kitteridge se cuelan en la lista. De la misma manera bajan puestos actrices sobresalientes como Julianna Margulies en The Good Wife, Tatiana Maslany en Orphan Black, o Emmy Rossum en Shameless US por su evidente irregularidad en una categoría ya de por sí congestionadísima y llena de talento. Y Viola Davis que está estupenda en How to Get Away with Murder estuvo a una octava de entrar.

Y en secundarias sí que ha habido tanto cantidad como calidad a partes iguales. Como esa faceta tan desgarradora de Lena Heady que nunca habíamos visto hasta en la season finale de la quinta de Game of Thrones, o la de una Carrie Coon destruida emocionalmente tras perder a toda su familia. Así mismo personajes como Diane Lockhart se mantienen tan firmes como siempre a pesar de que no haya sido su mejor año. 


Mejor Actriz Secundaria en Drama:

1. Carrie Coon (Nora Durst en The Leftovers)

2. Lena Heady (Cersei Lannister en Game of Thrones)

3. Adelaide Clemens (Tawney Talbot en Rectify)

4. Christine Baranski (Diane Lockhart en The Good Wife)

5. Kerry Bishé (Donna Clark en Halt and Catch Fire)

6. McKenzie Davis (Cameron Howe en Halt and Catch Fire)


Mejor Actriz Principal en Drama:

1. Claire Danes (Carrie Mathison en Homeland)

2. Frances McDormand (Olive Kitteridge en Olive Kitteridge)

3. Robin Wright (Claire Underwood en House of Cards)

4. Ruth Wilson (Alison Bailey en The Affair)

5. Julianna Margulies (Alicia Florrick en The Good Wife)

6. Elisabeth Moss (Peggy Olson en Mad Men)


Por eso que, debido a la fuerte competencia, me quedé con ganas de incluir también a Keri Rusell, las cuales podría sustituir fácilmente a cualquiera de las incluidas. O a Amy Brenneman y Maura Tierny en secundarias. Pero, se llega siempre a la misma interrogante: ¿a cuál quitamos? 

sábado, 4 de julio de 2015

Mis Emmys 2014 - 2015 (Actores)

Con la inminente llegada de los tan aclamados y prestigiosos premios Emmys (llamado muchas veces los Oscars de la televisión) me he tomado el atrevimiento de hacer mi propio ranking de lo que para mí ha sido lo más destacado del año televisivamente hablando durante el cierre de esta temporada comprendida entre el 2014 y el 2015. Algunas consideraciones:

a) Esto no es un intento por predecir los nominados o futuros ganadores en la próxima edición de los premios, pues, como ya recalqué estos ''premios'' se tratan única y exclusivamente bajo mi criterio, en donde también estarán en su respectivo orden de mayor a menor (o de sobresaliente a menos bueno, por decirlo de otra forma). Una jerarquización común y corriente en pocas palabras, con el ganador subrayado para que no hayan dudas.

b) Es imposible verlo todo, por lo que posiblemente falte equis actor en la lista que sacudió a la crítica y audiencia por su brillante interpretación pero que, por falta de tiempo aún no haya visto su trabajo. De la misma manera aparecerán intérpretes de series de las que no he escrito pero que las sigo semana a semana religiosamente.

c) Ah, tampoco veo las suficientes comedias como para, valga la redundancia, hacer categorías de comedia. Quizás el año que viene las realice.

Sin más preámbulos, he aquí el listado:


Mejor Actor Secundario en Drama:

1. Jonathan Banks (Mike Ehrmantraut en Better Call Saul)

2. Christopher Eccleston (Matt Jamison en The Leftovers)

3. Cameron Monaghan (Ian Gallagher en Shameless US)

4. Mandy Patinkin (Saul Berenson en Homeland)

5. Bill Murray (Jack Kennison en Olive Kitteridge)

6. Vincent D'Onofrio (Wilson Fisk en Daredevil)


Mejor Actor Principal en Drama:

1. Jon Hamm (Don Draper en Mad Men)

2. Justin Theroux (Kevin Garvey en The Leftovers)

3. Kevin Spacey (Frank Underwood en House of Cards)

4. Dominic West (Noah Holloway en The Affair)

5. Timothy Olyphant (Raylan Givens en Justified)

6. Aden Young (Daniel Holden en Rectify)


A pesar de que ambas categorías siempre están congestionadísimas (sobre todo la de actor principal) no se me hizo tan posicionar a cada uno y dejar fuera a otros con tanto derroche de talento. Es por ello que es una lástima excluir a las sorpresas de dramáticas de Bob Odenkirk o Clive Owen, que actores consolidados como Steve Buscemi y William H. Macy no hayan tenido su mejor temporada con Boardwalk Empire y Shameless US respectivamente, o que Matthew Rhys que se marcó un temporadón con la tercera de The Americans se haya quedado fuera del sexteto.

Lo mismo pasa con los secundarios: Peter Dinklage (un fijo año tras año) tuvo su peor material dramático en la quinta temporada de Game of Thrones, Sam Elliot interpretó a un villano vibrante en la última de Justified y estuvo entrando y saliendo del ranking, Matt Czuchry que tuvo su mejor año en The Good Wife con una primera mitad de lección interpretativa quedó descafeinado en abroches finales y André Holland que tuvo un debut sólido en The Knick le faltó un último empujón. Ejemplos hay muchísimos.

Hasta entonces, en breve publicaré lo más destacado en el ámbito femenino y, finalmente, el premio gordo: capítulos y series. 

jueves, 18 de junio de 2015

'Game of Thrones' y la carencia de héroes.

[Análisis de la quinta temporada]

Repito lo ya dicho, con una ligera modificación: nunca antes un fenómeno televisivo había sido tan palpable como el que se vive hoy en día con Game of Thrones. Anteriormente había afirmado que dicho fenómeno llegaba a su hecatombe en cada episodio ''9'' de dicha temporada en curso: las redes sociales colapsaban, la expectativas se multiplican y esa incontrolable ansiedad por ver cuál sería la próxima jugada -sangrienta y trágica, por definición- de un nido de víboras como Westeros resultaba irresistible. Sin embargo, ya en la cuarta temporada se titubeó un poco con dicha estructura, pues, a pesar de ciertas irregularidades la temporada regaló muchísimos episodios memorables que hacían que el pirotécnico 4.09 ''The Watchers on the Wall'' quedara algo opacado. Este año pasó algo parecido, con la diferencia de que en vez de sembrar las minas a lo largo de la temporada, los realizadores se atrevieron a colocar los momentos estelares de Festín de Cuervos y Danza de Dragones en un sprint final de infarto comprendido en tres episodios en los que las emociones superaron sus límites.


Y es que a pesar de lo satisfactorio que resultó el tramo final (con algunas reservas, si se observan las reacciones de manera colectiva), diría que esta temporada ha sido de lejos la más criticada de todas por las siguientes razones:

a) Este año es dónde más licencias narrativas se han usado. Para que nos entendamos: en un elevado porcentaje de todo el conglomerado final nos encontramos ante la mayor desviación del material ofrecido por los libros hasta la fecha, teniendo David Benioff y D. B. Weiss al parecer la libertad creativa suficiente para inventar tramas nuevas y matar personajes a su antojo.

b) No ha habido un centro gravitatorio en la trama ni geográficamente ni a nivel de personaje. Sí, lo sé, en un relato coral y en un universo tan ajetreado como el de Game of Thrones tal afirmación podría resultar una falacia. Pero en un breve repaso es fácil darse cuenta que las demás si lo han tenido: en la primera el peso caía en los hombros de Ned, y en la tercera y la cuarta Desembarco del Rey servía como foco en donde cada una de las tramas al menos rozaban en los conflictos de la capital. Excluiría a la segunda del listado por falta de cohesión y dispersión narrativa al integrar demasiadas tramas por episodio y darles poco tiempo para desarrollarlas (razón por la que es la más floja hasta ahora) dando una sustancial mejora en la tercera entrega al hacer justo lo contrario: integrar pocas tramas por episodio y darles más tiempo para desarrollarlas (principal razón de porqué es la mejor hasta ahora).

c) El moroso ritmo del tramo inicial de los primeros 6-7 capítulos le restaron intensidad y fuerza emocional al argumento, dando la sensación de que se perdió demasiado metraje incluso cuando la serie nunca ha tenido, en términos generales, la vertiginosidad de Homeland o algunos tramos de Breaking Bad, se echó de menos alguna que otra secuencia o golpe de efecto de esos que se quedan grabados en la retina.

Es por ello que tras el terremoto que sacude en la estupenda finale 5.10 ''Mother's Mercy'' evidencia que la lógica de la guerra en Game of Thrones es mucho más complicada de lo que se podría entrever a primera vista. Por eso ese infartado malabarismo de los últimos tres episodios ejemplifica perfectamente todo el ajetreo que viene arrastrándose desde hace cuatro temporadas -traiciones, familia, rivales, intrigas, poder, dragones, white walkers, sangre, pérdidas- pero a su vez deja a relucir su mayor piedra en el zapato(*): la gran rémora de esta quinta temporada es que es un relato plagado de estrategas nefastos y mediocres, de esos que cavan su tumba sin saberlo. 

Stannis Baratheon se comporta como un niño terco al dirigirse hacia una muerte segura después de tantas advertencias y percances durante el camino hacia los Bolton. Las profecías de Melisandre (siempre tan segura de sí misma) se cayeron a último momento. La liberadora Daenerys abandona una Mereen asolada por el terrorismo y al borde de una guerra civil después de tanto esfuerzo por reconstruirla en un dragón que, al parecer, aún no sabe controlar muy bien del todo. Cersei tampoco se puede decir que anduviera muy hábil al enfrentarse a esa panda de gorriones iluminados, que acaban destruyéndola sin piedad en el paseo de la vergüenza (impresionante Lena Heady). Y a su vez, duplas tan interesantes como Jaime y Bronn, protagonizaron con diferencia la trama más aburrida del año en el Reino de Dorne. Tiempo desperdiciado que tanto viaje haya servido para nada. Y hasta Jon Snow, un personaje que por fin ha logrado ser siempre interesante, le apuñalan la osadía de su lado salvaje por la espalda. Como se echa de menos a Tywin Lannister...


Claro, el universo que plantea la serie nunca ha sido un territorio esperanzado ni reconstructivo (todo lo contrario a lo que hizo Treme), pero tanta desazón y el abusar de la muerte de los protagonistas puede hacer que el shock pierda efecto. Pero, a mi me preocupa más la cuestión de la empatía: en un mundo tan trágico como el de Game of Thrones se necesitan héroes (por muy conflictivos que sean) con los que identificarnos, ya que, con esa manía de ir derribando ídolos, los realizadores van cargándose a pasos agigantados cualquier atisbo de redención o esperanza en un futuro. Ahora, salvo Arya (cada vez más entregada a su lado asesino) y Tyrion, cuesta encontrar referentes directos para la emoción del espectador. Porque entre tanta escala de grises cuesta diferenciar si predomina el blanco o el negro en, me atrevería a decir, el 95% de los personajes. Quizás en la sexta temporada se tome nota de ello y se empiecen a reconstruir las lealtades (¿Jaime ahora que anda -cada vez más- redimido y sufriente? ¿El desaparecido Bran Stark?). Lo que estoy seguro es que con el reboot de Cersei será más maldita que nunca, ahora con su nuevo juguete a.k.a La Montaña-modo-zombie 2.0 y al enterarse de la muerte de Myrcella, rondarán cabezas. Cuidado con ella, que dará mucho de qué hablar.

Pasando por el norte, he leído muchas discusiones y teorías entre fans de los libros en cuanto a las posibilidades de resurrección de Jon Snow. Que si Thoros de Myr, que si Melisandre, que si Azor Azai...¡Eso sería demasiado fácil! Al menos tal y como se han manejado las cuestiones en la serie, donde no ha habido apenas siembra. Me explico: en la serie el asunto de la resurrección ha estado apenas presente, siendo un tema casi desconocido para los no lectores y que falta ser explorado. Hasta el momento lo más cercano fueron (¡hace ya dos temporadas y muy alejados del entorno de Snow!) dos miembros de la Hermandad sin Estándares entre Thoros y Beric. Habría que trabajar mucho esa trama ahora para recuperar cierta coherencia narrativa. La otra opción es Melisandre, pero tampoco se puede decir que haya sido muy fiable y ya vimos su estrepitoso fracaso y evidente cara de derrota. Pero claro, Jon Snow es un personaje importantísimo y en los libros dicha siembra si se ha hecho así que lo más seguro es que lo revivan, por mucho que Kit Harington diga que no regresará para la sexta temporada, in my opinion la trama se deberá trabajar eficientemente para que finalmente regrese al final de la sexta.

Ante esta agonía y con tantos cabos sueltos y frentes abiertos en la season finale me temo que lo ideal para la serie es ir colocando fecha de cierre. ¿Siete u ocho temporadas? Porque este año, en especial los vibrantes tres últimos episodios, han ejercido como espacio para abrochar las tramas. Ahora, con los legionarios que han caído, los acontecimientos deberían acelerarse, ya con la vista puesta en la meta.


Por lo demás, me parece que esta temporada ha mantenido tanto las virtudes como algunos de los defectos tradicionales de la serie. Como siempre teniendo un nivel de producción altísimo y secuencias para la historia (el asombroso último tercio del 5.08 ''Hardhome'') y personajes, que, desde la primera temporada, han brillado con luz propia. Entre ellos los tajantes Petyr Baelish, manejando los hilos con una eficacia que ya quisieran tener los principales protagonistas del relato y, en menor medida debido a su ausencia, Varys. Por ello los dos primeros tercios del año sirvieron para ahondar en los movimientos de ese tablero envenenado en donde las alianzas tienen fecha de caducidad.

También ha resultado reconfortante la aparición estelar de los dragones. Desde el título estaba prácticamente cantado  que Drogon haría otra de sus hazañas (5.09 ''The Dance of Dragons''). Sin embargo, tras lo sucedido en la finale, con una Khaleessi de nuevo entre Dotrhakis, parece que regresamos de nuevo al punto de partida, aunque con un Drogon lejos de ser un huevo y los otros dos (aún) encerrados. Sin dejar atrás a Daario Naharis y a Jorah en su búsqueda y a Tyrion y compañía tratando de mantener a Mereen a  flote.

La última de las virtudes que me gustaría destacar es la de la crudeza mostrada. Creo que adaptar Game of Thrones en alguna cadena generalista sería imposible, por eso de la crudeza que desprende su universo. Por eso en líneas generales la serie ha ido afinando las elipsis desde el primer año. Con secuencia que a más de uno le hicieron alejar la mirada del televisor: la violación matrimonial de la pobre Lady Sansa, las querencias pedófilas de Ser Meryn o la carbonización despiadada de Shireen Baratheon. 

Y entre los pequeños defectos, como siempre ocurre en los relatos corales, hay líneas argumentales más flojas que otras. Ya he citado lo poco inteligente de ciertas estrategias bélicas y políticas. Más allá de eso, como ya mencioné Dorne ha sido lo más soso del año. Arya que siempre ha estado interesante bajó un poco el nivel aunque sus secuencias finales fueron impresionantes. Y el empaque sádico de Ramsay resulta cansino. A ver, un villano necesita siempre algún anclaje humano para añadir capas de complejidad (esto es, alguna emoción positiva o señales de redención) para no acabar convirtiéndolo en sólo una maquina de sufrimiento. Ah, y Brianne y Podrick estuvieron algo desligados este año. Parece que los usan para finiquitar tramas más que darles un sendero propio.


Por último, cabría destacar que, aunque el relato tenga el doble, o el triple de irregularidades de las que ha tenido esta temporada, seguiría siendo una historia apasionante. Ya que, por muchas cuestiones morales o políticas que George R. R. Marin proponga eficazmente para dar un retrato sociocultural concreto, el primer mandamiento como espectador (me incluyo) sigue siendo el disfrute estético, narrativo y dramático. Y Game of Thrones cumple con sobresaliente.

P.D: Sé que ya lo mencioné, pero posiblemente no encuentre nunca palabras para describir más allá de lo impresionante (sí, no hay otro adjetivo) que estuvo Lena Heady en la season finale. Ese desmoronamiento dramático y caída ante High Sparrow para posteriormente brindar su mejor actuación en el paseo de la vergüenza con una mirada que pasó de ser seca y vacía a una tenaz, pérfida y llena de odio y dolor ejemplifican lo soberbia que estuvo. No me sorprendería si ganara el Emmy este año como Mejor Actriz Secundaria, que se lo merece.