Resulta extremadamente difícil escribir y abordar sobre alguna temática, incluso si esta es de tu dominio, te apasiona y disfrutas presionando tecla por tecla para dar origen al texto que tanta determinación empleaste. Pero resulta aún más difícil escribir sobre lo que posiblemente sean los temas más delicados dentro del infinito conglomerado que abarca en lenguaje: sexo, religión y política. Lo paradójico del asunto es que es imposible alejarse por completo de estas tres doctrinas. En primer lugar porque el sexo analizado fríamente termina siendo simple instinto primitivo, instinto animal, y los seres humanos como animales que somos no podemos huir del primitivismo en su más pura esencia. Con la religión sucede algo más o menos parecido, porque el ser humano necesita algo en qué creer, por la necesidad de aferrarse más allá de todo el misticismo y espiritualidad que estas plantean. Y por último, la política, hay que entenderla como algo universal. No se puede renunciar del todo a la política porque gobiernas o eres gobernado, no hay punto muerto, se está atrapado en la sociedad y jamás se podrá salir de allí. Y es que por muy distópico que la afirmación parezca, la realidad es que la política influye como algo cotidiano, práctico y que nos afecta a todos como ciudadanos de una democracia. Sin solemnidad.
Tras la pausa, tengo la necesidad de explicarme a continuación.
¿Por qué empezar a hablar de repente de política en un blog que, como expliqué detalladamente en su presentación, sólo iba a haber contenido referente a series de TV? En primer lugar porque mi país, Venezuela, precisamente el día de mañana 6 de diciembre, se realizarán las elecciones parlamentarias para renovar los 167 escaños de la Asamblea Nacional, elecciones que desembocaron en un panorama político y social ni más ni menos que interesante (el cual desglosaré más adelante con todos sus maquiavelismos y perversidades). Y porque en segundo lugar, como ya dije anteriormente, la política debe ser vista como algo universal y simplemente me animé a ser otra voz más entre la lluvia de ideales y opiniones. Claro, con la peculiaridad de que, as usual, tomaré como referencia algunas series para dar cierto soporte a los puntos que trataré ya que funcionan como espejo de nuestra realidad y también para mantener señas de identidad del blog sin que resulte forzado, pero solo integrándolas como paisaje mas no como retrato. Ah, y debido a la extensidad del tema, fragmentaré cada cada una de las ramas para llevar una secuencia, siempre yendo de lo micro a lo macro. Política local, nacional, internacional. Todo en uno.
Para empezar, un día alguien me explicó con una analogía tan simple como deprimente el cómo funciona la política, decía más o menos así:
''Estas en frente de una mesa, te traen dos platos y debes elegir uno de los dos. En un plato hay mierda aderezada con papas fritas y en el otro hay tripas podridas aderezadas con sirope de chocolate. Tienes que elegir uno porque sino mueres de hambre ¿qué eliges? Así es la política, una farsa, un engaño, un montón de hombres con máscaras que te ofrecen falsas promesas que a la larga no se cumplirán y en donde inevitablemente todo siempre va a salir mal y nadie podrá remediarlo''.
Evidentemente tuve mis reservas con semejante afirmación de tales connotaciones tan radicales, principalmente porque no excluyo la posibilidad de que si existan políticos que sí se preocupen por las personas y su bienestar. Cicerón y Aristóteles eran unos. Nick Wasicsko era otro. E incluso Tyler Durden también. Pero aún así, me quedo corto si hago una lista entera de los pocos políticos honestos que hay (o que han habido) en comparación al enorme pozo lleno de burócratas corruptos y mentirosos que aún gobiernan. Quizás de allí radique el enorme odio que la política genera en las personas, y quizás por eso están tan cansadas de tanta politiquería y discursos vacíos en medio de las elecciones que legitiman una democracia. (Véase Ensayo sobre la Lucidez de José Saramago).
Odio y cansancio que están más presentes que nunca en Venezuela. La cuestión es que pienso que mi país está sumido en una gran masa de odio y en un resentimiento perpetuo gracias en gran parte a la política. También se dice que. al parecer, es el único tema de conversación que hay, pero solo se utiliza como fondo para dar a relucir toda esa rabia que carcome a la mayoría. Pero aquí en realidad no se habla de política, aquí lo que se entiende por ''política'' es un ajetreo bochornoso lleno de epitetos e insultos de toda índole entre un bando y otro. Oficialismo y oposición. Populismo y demagogia. Rituales de marchas y discursos a todo pulmón, el hashtag de turno y la santificación del voto como que si fuese la única expresión de todo lo que abarca la democracia. Eso es muy, muy poco si se quieren conseguir cambios sustanciales, ya que se carece de profundidad y compromiso. Y dichas elecciones antes mencionadas reúnen todos estos elementos. ¿Dónde están los debates enriquecedores y generadores de ideas? ¿dónde están los modelos sociales y económicos aplicables para el sustento y posterior mejora del país? ¿tanta es así la carencia de ideales, que se tiene que recurrir al populismo desencadenado y sin control? ¿por qué la casi nula existencia de partidos de derecha? Uff, too much.
En ese mismo sentido, se puede afirmar que la política es mucho más de lo que se puede observar a simple vista. Desde el liberalismo clásico, pasando por el capitalismo, el socialismo y llegando hasta el comunismo más afianzado. Ciencia, gobierno, estado, constitución, ciudadanía y conducta humana. Líderes, poder, control, activismo y democracia. Ideologías por aquí e ideologías opuestas por allá. Ministerios y asambleas. Campañas electorales y el miedo de los partidos del subestimado voto en blanco. Adecos y copeyanos. Demócratas y republicanos. Tea Party. Política exterior y económica. Escándalos de todo tipo. CNN. Obama, Hillary, Fidel, Chavez, Putín, Mandela, Mahoma. ¡Hay tanto de qué hablar que apenas y he nombrado alrededor del 10% de todo lo que comprende la política en su totalidad!
Por ello, es cita obligada hacer mención a la excelente The Good Wife, la serie más política del momento (sí, sí, incluso más que la exageración conspiranoica de House of Cards). Porque retrata, sin miedos y sin tapujos, el panorama político estadounidense pero dándole siempre un matiz global. Desde la tremenda patada en la cara que le propina a los demócratas, que los presenta como un partido corrupto, demagogo y sólo con la finalidad de permanecer en el poder hasta la inclusión de todos los temas de debate que hierven a la sociedad tienen su momento en pantalla: el derecho a portar armas, la tragedia del aborto, la supuesta epidemia de violaciones en los campus y escuelas, la propiedad intelectual, las impresoras 3D, los derechos de los gays, el racismo y la libertad religiosa. Sin superioridades morales progres ni destierros políticos, siempre poniendo al ciudadano común por encima de los juegos de poderes de burócratas corruptos. Con honestidad. Con tolerancia. Con inteligencia.
También están, por ejemplo, sátiras políticas que retratan desde un punto vista risueño y burlón la función de ésta. Una es Veep, que desangra a la Casa Blanca dando a entender que hasta en el despacho más poderoso del mundo puede existir gente tonta e incompetente por mucho que los medios quieran exponer lo contrario. O Parks and Recreation, que combina la carcajada más noble y aparente ingenuidad con aristas sociales y políticas hacia una visión más real de lo que es la sociedad honesta y sus instituciones.
Y por supuesto, series que dan un K.O técnico a toda la paleta de corrupción que ya mencioné al principio. House of Cards y Boss exhiben protagonistas mentirosos, hipócritas, egoístas y hasta criminales. De esos que no pasarían del veredicto de culpable a la hora de ser juzgados en una corte (y también son de esos políticos que, en paralelo, sobran en Venezuela y presumo que en casi toda América Latina). Ya el mismo Frank Underwood lo manifestaba hacia el televidente, rompiendo la cuarta pared: ''¿Creen que soy un hipócrita? Bueno, deberían. No estaría en desacuerdo. El camino al poder está pavimentado de hipocresía. Y victimas. Sin arrepentimientos'' (2.09).
Ah, y Homeland. Probablemente la más ambiciosa de todas al reinventarse cada temporada con problemáticas que mueven al mundo contemporáneo. Retrata el fracaso de la política exterior estadounidense de la CIA y pasa por Washington, Afganistán, Beirut, Caracas, Irak, Irán, Pakistán y en la actualidad está asentada en conflicto sirio con Alemania como escenario principal, pasando por el SVR y haciendo un ejercicio de creatividad formidable al dar notoriedad al poder de la información con la fuga y filtración de documentos de la agencia que recuerdan bastante a lo sucedido en el 2013 con la NSA y el caso Snowden.
Entonces, ¿podríamos hablar de la política como algo esencial y necesario dentro de la sociedad para que funcione debidamente? Sí, por supuesto. A menos que tú como individuo repudies todo el sistema por el cual se rige un mundo cada vez más globalizado y quieras vivir dentro de una anarquía y regirte por ideales anti-sistema, o simplemente no tener ideales (véase Mr. Robot, Fight Club y La Naranja Mecánica). De hecho, lo puedes hacer. Eres libre de tomar el estilo de vida que quieras pero siempre siendo responsable de las consecuencias de tus actos (véase libertad y libertinaje) ya que, de alguna u otra manera, siempre se estará inmerso dentro de ese ajedrez social y político. Y al menos yo, por mi parte, no hago más que disfrutar ese inmenso tablero con todas sus jugadas, estrategias y artimañas por muy dañados y podridos que los jugadores estén.